Una teoría integradora de la evolución humana
Las grandes verdades resultan ser simples: todo es energía. Lo sabemos desde hace cien años, sin embargo, en la organización individual y social distamos de aplicarlo. La creación de realidades, a partir de esta verdad esencial (todo es energía), implicaría percibir y experimentar la unidad e interconexión de todas las formas existentes. ¿Por qué muchos lo perciben? Y si lo perciben… ¿Cómo crean realidades a partir de ella?
La percepción-conocimiento de unidad e interconexión es una experiencia y como tal, intransferible. Su vivencia llega, sólo, en determinadas etapas evolutivas. No podemos experimentar lo que está fuera de nuestro conocimiento-percepción.
Desde el ámbito científico, específicamente, de la Física, las teorías relativista, cuántica y otras emergente teorías, en todas ellas se supone la existencia de energía inmersa en una totalidad.
Es evidente “existimos enuna totalidad indivisa donde a medida que progresamos en percepción-conocimiento se nos despliegan realidades contenidas previamente en ese universo”.[i] Una totalidad interconectada e indivisible, holográfica y en movimiento permanente (holomovimiento). ¿Por qué, aún, no experimentamos estas verdades?
Somos pasajeros de una civilización que deberá producir impensadas transformaciones. ¡Un verdadero desafío! El estudio, con rigor científico, de las múltiples y disímiles realidades (humanas, sociales, económicas, tecnológicas, jurídicas) a través del lente de la “Arqueología de la conciencia” nos permitirá descubrir cómo evolucionamos, cuáles serían los “puntos de anclaje” para integrar lo obsoleto con lo ignoto, en suma, contar con un marco teórico y práctico para desplegar el potencial creador de la conciencia humana.
[i] DAVID BOHM, “La Totalidad y el Orden Implicado”, 1980.