La Astrología: una práctica milenaria
Mencionar “lo astrológico” suele provocar fuertes y enfrentadas reacciones intelectuales y emocionales. Algunos, no desayunan sin consultar a los astros –o a su astrólogo-; otros, con sólo escuchar alguna alusión a “lo astrológico” huyen despavoridos; otros, leerán a escondidas su horóscopo afirmando “no creer en esas cosas”; otros, muchos menos, aceptan con naturalidad su nula, insuficiente o relativa sapiencia. En tales actitudes el dilema se perfila: ¿Qué es la Astrología? ¿Cuál es su origen?
La definición etimológica de Astrología sugiere “estudio de los astros”. Desde la antigüedad se conoce y estudia la correlación entre sucesos estelares y eventos mundanos. Reyes y gobernantes, de todos los tiempos, han consultado oráculos, pitonisas y astrólogos para iniciar una batalla, elegir sucesores, predecir cosechas, o profetizar sucesos extraordinarios. Actualmente, rememoramos, en todo el mundo, un evento estelar que, según los libros sagrados, predecía ¡El nacimiento de Jesús! Tres reyes magos, serían guiados hacia “el mesías” por una estrella, y así sucedió, partieron desde Oriente y llegaron al minúsculo establo ubicado en Belén. Recién en el siglo XX, el Papa Juan Pablo II ha declarado que estos “tres reyes magos” eran ¡astrólogos!
Astronomía y Astrología: dos caras de una misma moneda.
Entrado el Siglo XVII, la superlativa valoración de la racionalidad escinde, radicalmente, la Astronomía (lo objetivo –la forma o cuerpo de un Astro-) de la Astrología (lo subjetivo –el efecto que el Astro produciría en la diversidad planetaria-). Progresivamente, la Astrología fue relegada a la categoría de “creencia popular” aseverando que la misma no tendría sustento científico.
Sin embargo, en el Siglo XX, sucesivos descubrimientos arqueológicos de gran cantidad de tablillas, en la antigua Mesopotamia, cuna de las culturas Sumerias y Caldeas, han confirmado que desde el 3000 a.C. (hace unos 5000 años) se estudiaban los planetas, los eclipses y la influencia que ellos tendrían en la tierra. Nos es de extrañar que esta civilización haya creado el círculo dividido en 360 grados, el sistema sexagesimal –base 60-, un calendario solar de 12 meses y creyeran que la naturaleza estaba gobernada por fuerzas cósmicas. No sólo en Medio Oriente, sino también, en antiguas culturas de todo el planeta (los egipcios, los chinos, los hindúes) se han verificado asombrosas erudiciones astronómicas y astrológicas que se remontarían al 5000 a.C.
A modo de ejemplo, en restos arqueológicos sumerios se menciona la existencia del planeta Marte, al que llamaban “planeta rojo”, y asombrosamente, recién en el siglo XXI hemos confirmado que Marte es rojo (debido a su alto contenido de hierro). Desde siempre, los mitos refieren a Marte como el “dios de la guerra”, en la astrología se lo interpretó como una energía de masculinidad, lucha, acción, inicio e impulso, también, con el “hierro” se fabrican armas para la guerra y en la vida cotidiana “el hierro” es un elemento importantísimo para la energía corporal. Este fenómeno donde un “elemento físico objetivo” tiene correlación con su “significado subjetivo” se lo denomina “principio de correspondencia” y, este principio, subyace en la interpretación astrológica desde hace miles de años.
¿Por qué estas civilizaciones, que transitaban una organización social primitiva, poseyeron tales sapiencias astrológicas? Un enigma que merece mayores indagaciones. Algunos sostienen que seres humanos muy evolucionados accedieron intuitivamente a estos conocimientos, otros que, en la antigüedad hemos sido colonizados por alguna civilización de otras galaxias.
¿Existe correlación entre la bóveda celeste y los eventos en la tierra? ¿Pueden los humanos decodificar cómo las energías planetarias y cósmicas nos afectarán? Al indagar sobre tal supuesto nos toparíamos con quienes afirman que “las correlaciones entre los astros (planetas del sistema solar) y constelaciones (Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpio, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis) utilizadas para los pronósticos astrológicos son: científicamente incorrectas”. Y ciertamente, algunas, lo son. ¿Cómo?, entonces… ¿lo dicho implicaría que la Astrología se sustenta en “erróneas apreciaciones” de lo astronómico? Sí y no, exactamente. En algunos casos esta correlación es puntual; en otros, puede no serlo en el tiempo presente; sin embargo, tal correlación habría existido en algún tiempo remoto. Tal como cuando miramos el cielo y divisamos brillantes estrellas, que según los científicos, se han extinguido hace millones de años, del mismo modo, algunas correlaciones astrológicas que hoy experimentamos ocurrieron hace cientos o miles de años: ¡Un verdadero misterio!
También, es cierto que, por un lado, existe una “astrología popular” que utiliza antiguas correlaciones zodiacales, y que, por el otro, existen estudios astrológicos más profundos que utilizan cálculos astronómicos basados en las correlaciones planetarias y estelares actuales.
Luego de más de 30 años de estudio, investigación y práctica de la interpretación astrológica he arribado a la convicción de que efectivamente existe correlación entre el cielo y la tierra, y que el mayor desafío para el astrólogo se encuentra en cómo descifrar e interpretar el complejo entramado de energías cósmicas que moldean subjetivamente la vida humana y planetaria.
La interpretación astrológica: una cuestión de conciencia.
El astrólogo, como todo ser humano, alcanza determinado nivel de formación y transita algún estadio evolutivo y ello incide enormemente en su interpretación astrológica. Existe de todo en la viña del Señor, desde aquellos que orientarán sus consejos a provocar temor y dependencia; hasta quienes, como el Dr. Carl Gustav Jung, utilizarán este arcano para liberar, comprender e integrar energías y fuerzas psíquicas inconscientes.
Reflexionar sobre qué buscamos cuando deseamos realizar un estudio astrológico puede ayudarnos a encontrar “el profesional que nos corresponde”.
Algunas personas llegan a la consulta astrológica solicitando “predicciones” sobre posibles acontecimientos (trabajo, salud, pareja, dinero, hijos, etcétera). Lo cierto es que, cuanto menos consciente de sí mismo sea un individuo, las “predicciones astrológicas” suelen ser muy acertadas. Claro está que, si alguien repite siempre los mismos pensamientos, sentimientos, y acciones obtendrá los mismos resultados, en este caso, tendrían razón los escépticos cuando afirman que “podríamos predecir, aún, sin la astrología”.
En cambio, cuando un ser humano pretende “conocerse a sí mismo”, anhela comprender cómo genera las distintas circunstancias de su vida y está dispuesto a realizar un arduo trabajo personal para transforma su realidad, en este caso, pueden obtener inestimables recomendaciones -sobre cómo expandir su potencial- en interpretaciones astrológicas con orientación psicológica, evolutiva, integrativa o espiritual.